miércoles, 23 de junio de 2010

Las tres "P"

Por Javier Alejandro Sottini

Ariel tenía una pequeña empresa que fabricaba calefactores. Le iba muy bien, los pedidos aumentaban tanto como sus ganancias. El pequeño grupo de empleados que estaban bajo su mando, trabajaban como si la empresa fuera de ellos. Eran fieles. Muchas veces Ariel les había dicho que en realidad eran ellos quienes llevaban la empresa adelante. Y no mentía.
Además Ariel, era un reconocido miembro de su iglesia. Predicaba, participaba de las reuniones especiales, no había consejo que no fuera capaz de dar. Siempre enarbolaba la bandera de la verdad y la ética. Todos los hermanos solían mirarlo con admiración. Su vida material y espiritual, prosperaban.
Pero las cosas no duran para siempre, y la empresa de Ariel empezó a decaer. Ya no entraba tanto dinero a sus arcas. Su nivel de vida comenzaba a resentirse. Fue entonces cuando la bandera de la verdad y la ética, fue izada a media asta.
Comenzó a evadir impuestos, ya no cumplía con sus empleados ni hacía los aportes que correspondían a la seguridad social. Cierto día vendió su empresa, despidió a su personal, se apropió del dinero que correspondía a las indemnizaciones, y nunca realizó los aportes.
La primera “P” lo había vencido: PLATA.

Ernesto era un pastor de una iglesia con muchos miembros en buena posición económica. Sin dudas tenía la unción de Dios, y su vida y la iglesia crecían.
Los feligreses aumentaban, se instaló una radio, y a los pocos meses ya contaban con una señal de televisión. Ernesto comenzó a trascender fronteras, fue muy conocido por muchos.
Y aquel pastor que había comenzado predicando en un anexo de su ciudad, que tenía contacto a diario con las ovejas, tanto que las conocía a todas por su nombre, se transformó en un empresario del evangelio.
Los viajes, las muchas ocupaciones y preocupaciones, habían hecho que descuidara a su rebaño. Si algún miembro deseaba hablar con él, inmediatamente sus secretarias lo “derivaban” a alguno de sus colaboradores. Era casi imposible verlo. Ernesto descuidó la tarea que Dios le había encomendado. Descuidó su rebaño.
La segunda “P” había hecho muy bien su trabajo: PODER.

Juan llevaba adelante un ministerio precioso. Muchas almas habían conocido al Señor a través de él. Trabajaba muchas horas al día para Dios. Siempre acompañado por su asistente, su mano derecha, la hermana Alicia. Ella le organizaba todo y no dejaba pasar ningún detalle por alto.
Se veían todos los días, todas las semanas, todos los meses... durante años. Siempre trabajando para la Obra.
Pero tanto va el cántaro a la fuente... que al final Juan y Alicia, abandonaron a sus familias y huyeron juntos.
La tercera “P” sedujo a Juan: POLLERAS.

Estas tres son historias verídicas. Los nombres y entornos son ficticios, pero los casos ocurrieron.
Una de las armas más efectivas del diablo –las tres “P”- destruyendo, robando, matando... haciendo su trabajo.
Nadie puede juzgar a Ariel, Ernesto o Juan. Ninguno de nosotros está en condiciones de lanzar la primera piedra. Sólo Dios nos somete a juicio a todos.
Pero debemos estar atentos y aprender a ver alguna de estas “P”, apenas asome la nariz.
¿Cree que a usted no le puede pasar? La Biblia dice lo contrario: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1º Corintios 10:12).
¡Estemos alertas!

8 comentarios:

  1. Sabe? Yo cai con la primeras de las P. Plata, plata, plata. Así perdi a mi famlia, mis amigos y todo lo que tenía. Solo tenía plata, pero es muy mala compañía. Dios restauró mi vida y hoy veo las cosas con claridad. Muy cierta su nota.

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  2. Las tres p, está bueno eso. Además es cierto.

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  3. ¿Y qué sucede si lamentablemente caemos en las garras de alguna P ? ¿Quedamos marcados de por vida aún cuando exista el arrepentimiento y la enmienda de la falta cometida? ¿Quien sucumbe a la tentación no es digno de tener una segunda oportunidad?

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  4. ¿Quién puede decir que nunca ha sucumbido a la tentación? Nadie. Vivimos el evangelio de la Gracia, mil veces podemos caer, que si nos arrepentimos de corazón, mil veces seremos perdonados y tendremos otra oportunidad. La nota apunta a tratar de reconocer nuestros puntos débiles y trabajar en ellos.

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  5. Gracias por la aclaración, necesitaba leer algo así. Llevo meses sintiendome miserable. Se que puedo alcanzar el perdón de Nuestro Señor pero, ¿Cómo hacer para que nuestro hermano (a) afectado nos perdone también? ¿Debe importarnos ese perdón? Yo no vivo tranquila porque se que no me han perdonado acá en la Tierra, aunque me digan que así es. Tenga usted un buen día.

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  6. Estimada Sofía. Yo no tengo la autoridad para darle un consejo, pero sí puedo compartir algunas experiencias y contarle lo que dice la Biblia.Como cristianos Dios nos dice lo que debemos hacer en Colosenses 3:13: "... soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros".
    El que ofende, debe arrepentirse y pedir perdón a Dios y al ofendido. Dios perdona si ve un corazón sincero. El ofendido debe perdonar, ya que eso nos enseña la Biblia. Usted haga su parte y deje el resto en manos de Aquel que conoce todos los corazones. Que Dios la bendiga.

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  7. Dios lo bendiga a usted tambien. Ha sido reconfortante leer sus palabras.

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  8. Sofía, usted no debe sentirse miserable, sencillamente porque no lo es. Usted costó la sangre de Jesús en la cruz, y es de muchísimo valor para Dios.

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