miércoles, 25 de mayo de 2011

El amor no se puede fingir

Por Javier Alejandro Sottini


Hay quienes sostienen que la impostura es un arte. A mí me gusta pensar que toda expresión del arte ennoblece al ser humano en vez de hundirlo en actitudes canallescas. Definitivamente -a mi modo de ver- la impostura, el engaño, el fingimiento… no es un arte.
Y si hay algo que por definición no se puede fingir, es el amor.
¿Usted sintió amor alguna vez?
Entonces explíqueme cómo se puede fingir ese revolotear de miles de mariposas en el estómago al ver a la mujer amada.
O cómo calmar el galope del corazón que quiere ir tras el hombre de sus sueños.
O cómo se hace para simular el sol en que se transforma nuestro rostro al ver llegar a nuestro hijo a casa.
¿Cómo se finge el lamento por la ausencia cuando las lágrimas no quieren dejar de rodar por nuestras mejillas?
¿Cómo se hace y se sostiene todo eso? Es imposible. Y llegamos adonde empezamos: el amor no se puede fingir. Y si se lo intenta, el resultado será otra cosa cuyo nombre desconozco, pero definitivamente, no será amor.
¿Y qué hay del amor más grande? ¿Qué hay del amor por Dios? ¿Qué del amor por Aquel que se ofreció en sacrificio por nosotros?
Todos amamos a Dios, ¿no? O al menos eso decimos, y creo que con sinceridad.
Pero…
¿Amamos a Dios cuando vemos la necesidad del prójimo y no hacemos nada por satisfacerla?
No, sólo fingimos amarlo.
¿Amamos a Dios cuando calumniamos a uno de sus hijos?
No, fingimos.
¿Amamos a Dios cuando tomamos la venganza en nuestras manos?
No, fingimos.
¿Amamos a Dios cuando nos alegramos por el mal de nuestro hermano?
No, fingimos.
¿Amamos a Dios cuando no damos o recibimos el perdón de corazón?
No, fingimos.
¿Amamos a Dios cuando mentimos?
No, fingimos.
¿Amamos a Dios cuando desnudamos las faltas de nuestro semejante?
No, fingimos.
¿Amamos a Dios cuando anteponemos nuestros egoístas intereses al buen testimonio de su iglesia?
No, fingimos.
El amor no es sólo un sentimiento… el amor es acción.
En la búsqueda incesante de parecernos cada vez más a nuestro Modelo llamado Jesucristo, concibamos lo que dicen las Escrituras: “Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1º Pedro 1:22-23).
Le propongo un desafío: dejemos de fingir. Y mientras lo intentamos… al menos finjamos que no fingimos.

4 comentarios:

  1. El amor fingido se llama acostumbramiento. Lo vivo todos los dias con mi marido.

    ResponderEliminar
  2. El amor fingidose llama acostumbramiento. Lo vivo cada dia.

    ResponderEliminar
  3. Es verdad lo que decís, el amor fingido no existe,es otra cosa, en mi caso: comodidad, hipocresía, apariencias, acompañamiento, y otras tantas que me avegüenzan pero no puedo (o no quiero) evitar. Coloqué mi carrera por encima de mis verdaderos sentimientos y lo lamento cada segundo de mi vida. Gracias por ser el desencadenante de esta descarga emocipnal. Es tremendo saberlo y no poder decirlo.

    ResponderEliminar
  4. Usted hace de la reflexión algo tan sencillo! Dios lo bendiga aún más y nos permita seguir leyendo tan interesantes textos.

    ResponderEliminar